¿Cómo te llevas con tu cuerpo?
Pues mira, unos días mejor que otros, me dirás…
Y si es así, ni tan mal. Como pasa con la pareja, los hijxs, la familia y un mejor amigx, que hay días que muy bien, estupendo y hasta el fin del mundo y otros que parece que no, que hoy no me caes bien y ya está, lo acepto, te quiero igualmente y mañana será otro día.
Con nuestro cuerpo también será más fácil si nos llevamos bien pero no idealicemos, esto no significa que me tenga que gustar todo de mi o que todos los días me encuentre igual de a gusto en mi cuerpo y encantadísima de conocerme.
Hay días que no. Y no pasa nada.
Estos días puedo aceptarme así y aprender a mirar mi cuerpo también en lo que no me gusta tanto.
El problema viene cuando lo convertimos en una batalla.
El verano, con su calor y la playa, o la piscina… y los planes al aire libre, la ropa más ligera y más exposición social, puede vivirse con gran ansiedad si estás en lucha con tu cuerpo, si lo sientes como un obstáculo para vivir.
Como si nuestro cuerpo fuera el enemigo por no responder a los gustos y moda del momento o a lo que yo creo que me iría bien ese día.
Puede ser una lucha interna, silenciosa y agotadora que te va limitando. Empiezas con que hoy no te pones la ropa que te gustaría y mañana dejas de comer lo que te apetece, luego no haces planes y dices que no a una fiesta o no vas a una cena, y acabas evitando los encuentros sociales o lo que suponga exponer tu cuerpo. Esta auto-limitación nos va perdiendo de vivir.
Nos deja con una profunda tristeza.
La relación con el cuerpo está marcada por vivencias, creencias, exigencias sociales… Pero el cuerpo no es el culpable de lo que me pasa.
El cuerpo no es el obstáculo para vivir.
No tengo que esperar a tener un determinado cuerpo para darme derecho a enseñarlo, disfrutar y vivir.
No se trata de que me guste todo de mí. Puede no gustarme lo que veo y a la vez elegir no quedarme en esa imagen reducida de mí.
Mi cuerpo no es solo esa forma que veo, toco y siento. Es historia, es experiencia, son las emociones que me pasan, donde habita todo lo que soy y lo que necesito. A veces pide descanso y otras movimiento, a veces siente alegría y otras tristeza e incomodidad.
Es mi cuerpo el que me permite ser en el mundo, disfrutar, sentir, moverme, crear y relacionarme. Por eso le quiero y le acepto como a mis seres más queridos, también en aquello que no me gusta y en los días en los que "no me cae bien".
Mi cuerpo es mi casa.
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