Las vacaciones son un momento vital. Y hay que saber vacacionar para que las vacaciones cumplan con su función: descansar.
Los deportistas saben de la importancia del descanso. Si no le permites al cuerpo el tiempo suficiente para recuperarse, los entrenamientos no tendrán el rendimiento deseado, aumenta el riesgo de lesiones, de enfermedades y la fatiga mental.
En todos los ámbitos de la vida, necesitamos descansar.
En el descanso, recuperamos cuerpo y mente. Es el precursor del crecimiento, de la capacidad de tomar decisiones y de la creatividad.
Pero… ¿cómo descansamos?
Cambia el ritmo.
Las rutinas del día a día nos imponen un ritmo vertiginoso, en el que no nos permitimos parar, actuamos como autómatas sin parar a reflexionar. Sal de esa rutina, de las prisas y obligaciones y deja que te invada el ritmo del ahora.
Adapta el ejercicio.
La actividad física es una forma de desconexión y descanso, siempre y cuando salga también de la rutina establecida y las exigencias. Practica un deporte diferente, que te permita activar otras partes de tu cuerpo, y déjate disfrutarlo.
Quítate el reloj.
En la sociedad actual estamos sujetos a los tiempos, los récords y la productividad, todo tiene que ser cuanto antes y cada vez más deprisa. Y esto nos genera continuamente estrés y frustración. Escapa de la esclavitud del tiempo y quédate en el momento presente.
Desconecta el móvil.
Somos adictos al móvil, a las tecnologías, las redes sociales, los avisos de whatsapp, las luces de las pantallas. Miramos el móvil por impulso, cuando estamos aburridos, cuando estamos cansados, buscando un alivio rápido que nos deja vacíos con la misma rapidez. Desintoxícate. Sustituye estos impulsos que solo generan un placer tan rápido como breve, por experiencias que te generen un bienestar duradero.
Conecta con lo que más valoras.
Avanzar sin descanso, sin mirar la brújula, nos va a hacer perder con toda seguridad el rumbo. En el descanso, en el no hacer nada, es cuando podemos mirar dentro de nosotros mismos y recuperar nuestra esencia, lo que nos ilusiona, recordar hacia dónde vamos y cómo y con quién queremos recorrer el camino.
Haz algo diferente.
Vivimos sumergidos en automatismos, y eso nos hace a veces muy eficientes pero también agota rápidamente nuestras opciones. Nos limita. Salir de la rutina y hacer cosas diferentes, nos permite descansar las partes de nuestro cuerpo y mente que exprimimos habitualmente, y a la vez va a fortalecer otros músculos, generar nuevas neuronas, crear nuevas conexiones neuronales, aprender otras formas de hacer las cosas, ser más reflexivos, más flexibles, descubrir nuevas opciones.
Escúchate, atiéndete, mímate.
Tal cual. No es egoísmo. Escucha tu cuerpo, tus necesidades, sin juzgar.
Descansa el cuerpo.
Vivimos inmersos en la acción, bombardeados de estímulos, acontecimientos ante los que continuamente reaccionamos, nuestro cuerpo se activa, salta, se estresa, siente, se duele y sufre. Permítete no hacer nada. Aburrirte también. No reaccionar. Parar.
Descansa la mente.
Cada día, tenemos miles de pensamientos que se enredan en un ir y venir agotador, elaborando planes, recordando conversaciones y generando otras, cuestionándonos, dando vueltas a problemas, anticipando otros, buscando soluciones y planificando futuros inexistentes. Crea espacios de descanso y desconexión, sin juzgar, observa sin más y déjalo pasar.
Respira, respira, respira.
Respirar nos mantiene vivos. Y la forma en que respiramos influye en cómo vivimos. Cuanto más deprisa vivimos, más superficial es nuestra respiración y menos atención prestamos a lo que nos mantiene vivos. En vacaciones, regálate tiempo solo para respirar.
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